El coordinador de los diputados morenistas, Ricardo Monreal, reaccionó a la convocatoria en redes sociales para una marcha de protesta tras el asesinato del alcalde de Uruapan. En este contexto de indignación ciudadana y exigencia de resultados, Monreal lanzó una declaración que busca calmar las aguas y reafirmar el compromiso de la virtual presidenta electa, Claudia Sheinbaum, con la rendición de cuentas. Según el legislador, Sheinbaum está plenamente dispuesta a someterse al mecanismo de la revocación de mandato, un paso que subraya la promesa de una gobernanza cercana y responsable.
Un compromiso en tiempos de exigencia ciudadana
La declaración de Monreal no es casual. Surge en un momento donde la sociedad civil alza la voz, demandando justicia y seguridad. El reciente y lamentable asesinato del alcalde de Uruapan ha encendido los focos de alerta sobre la situación de violencia que atraviesan diversas regiones del país. En este escenario, la mención de la revocación de mandato por parte de un operador político clave de Morena busca enviar un mensaje claro: la futura administración no solo escuchará, sino que también estará sujeta al escrutinio y la decisión directa de los ciudadanos.
Este compromiso con la revocación de mandato se enmarca en la visión de la Cuarta Transformación, que promueve una democracia más participativa y directa. La idea central es fortalecer el poder del pueblo, dándole herramientas para evaluar el desempeño de sus representantes, incluso hasta el punto de decidir su permanencia en el cargo. Es una apuesta por la confianza, pero también por la presión constante sobre los gobernantes para que cumplan con sus promesas.
¿Qué significa la revocación de mandato para los ciudadanos?
Para entender la importancia de esta disposición, es crucial recordar qué es la revocación de mandato. Se trata de un instrumento constitucional que permite a los ciudadanos decidir, mediante una votación, si el presidente o la presidenta de la república debe continuar en su cargo o si, por el contrario, debe concluir anticipadamente su periodo. Esta consulta se lleva a cabo después de la mitad del sexenio, si un porcentaje determinado de la ciudadanía así lo solicita. Es, en esencia, una forma poderosa de control popular sobre el poder ejecutivo.
La revocación de mandato no es un mero trámite burocrático; es una válvula de escape democrática. Permite a la población expresar su conformidad o descontento con la dirección del país. El antecedente más cercano fue la consulta para la revocación de mandato del actual presidente Andrés Manuel López Obrador, un ejercicio que, aunque con una participación moderada, sentó un precedente histórico en México. La disposición de Sheinbaum a someterse a esta herramienta envía un mensaje de humildad y apertura a la evaluación constante por parte de la gente, no solo cada seis años en las urnas.
La visión de sheinbaum: gobernando con la gente
La postura de Claudia Sheinbaum, refrendada por Monreal, se alinea con su discurso de campaña, centrado en la continuidad de los principios de la Cuarta Transformación, entre ellos, la rendición de cuentas y la cercanía con el pueblo. Para ella, gobernar no es solo ejecutar políticas desde un escritorio, sino hacerlo de la mano con la ciudadanía, escuchando sus preocupaciones y adaptando el rumbo si es necesario.
Este compromiso es particularmente relevante en un contexto donde la confianza en las instituciones es un bien preciado. Al abrir la puerta a una posible revocación, Sheinbaum proyecta una imagen de liderazgo que no teme al escrutinio popular, sino que lo abraza como parte fundamental de una democracia madura y vibrante. Es un guiño a la participación ciudadana, animando a la gente no solo a votar, sino a ser parte activa del seguimiento y la evaluación de su gobierno.
Un futuro de mayor rendición de cuentas
La promesa de someterse a la revocación de mandato es más que una declaración política; es un cimiento para una nueva forma de entender el poder en México. Implica que, en los próximos años, los gobernantes deberán estar aún más atentos a las demandas y al sentir de la sociedad. No es una panacea que resolverá todos los problemas, pero sí una herramienta que fortalece el tejido democrático y empodera a cada persona.
Este tipo de compromisos invitan a la reflexión y a la acción. Nos recuerdan que el poder reside en el pueblo y que somos nosotros, los ciudadanos, quienes tenemos la última palabra sobre el destino de nuestra nación. En un país que busca avanzar hacia una mayor justicia y bienestar, la disposición de sus líderes a ser evaluados y, si es necesario, rectificados por la voz popular, es un paso fundamental hacia una democracia más plena y transparente.
