Queman el palacio municipal de apatzingán durante protesta por el asesinato de carlos manzo

Apatzingán, Michoacán. La noche de este lunes, el palacio municipal de Apatzingán fue consumido parcialmente por las llamas en medio de una intensa protesta ciudadana. El incidente, que no dejó víctimas reportadas hasta el momento, forma parte de una ola de manifestaciones en el estado contra la violencia e impunidad, en un contexto de creciente inseguridad que ha sacudido a la región en las últimas semanas. El motivo de esta indignación colectiva es el reciente asesinato de Carlos Manzo, una figura conocida en la lucha social y los movimientos de autodefensa de Michoacán.

El eco de un asesinato

La quema del edificio municipal no es un hecho aislado, sino la culminación de un hartazgo social. Carlos Manzo, asesinado en Uruapan a principios de febrero, no era un nombre cualquiera en la entidad. Su trayectoria, ligada a los grupos de autodefensa que surgieron para combatir el crimen organizado en Michoacán hace más de una década, le había granjeado tanto seguidores como detractores. Manzo había sido, en su momento, un líder visible en estas agrupaciones, promoviendo la resistencia civil frente a la inacción gubernamental ante la violencia.

Su asesinato, bajo circunstancias aún no esclarecidas por completo, reavivó la llama de la indignación en una población que vive bajo la sombra constante de la inseguridad. Para muchos, la muerte de Manzo simboliza la vulnerabilidad de quienes alzan la voz y la persistencia de una impunidad que parece no tener fin. Las protestas, inicialmente pacíficas, escalaron rápidamente en Apatzingán, reflejando una desesperación profunda y un llamado urgente a la justicia.

Una noche de fuego y reclamos

Los manifestantes, que se habían congregado para exigir justicia por Carlos Manzo y un alto a la violencia generalizada, tomaron el palacio municipal como epicentro de su furia. Los videos que circularon en redes sociales muestran el edificio envuelto en llamas, un espectáculo desolador que habla de la magnitud del descontento. Aunque las autoridades no han reportado heridos, el daño material al patrimonio municipal es considerable. Este acto de protesta, drástico y condenable en su forma, es un síntoma claro de la fractura social y la desconfianza hacia las instituciones.

Los gritos de «¡justicia!» y «¡no más impunidad!» resonaron en las calles de Apatzingán, una región que ha sido históricamente un campo de batalla para diversos grupos criminales. La quema del palacio municipal se convierte así en un símbolo potente de la desesperación ciudadana. No solo se exige esclarecer el asesinato de Manzo, sino también una estrategia de seguridad efectiva que devuelva la paz y la certidumbre a los habitantes de Michoacán.

Michoacán: una historia de resistencia y dolor

La violencia en Michoacán no es un fenómeno reciente. Desde hace años, el estado ha estado inmerso en una espiral de enfrentamientos entre grupos delictivos, extorsiones y asesinatos, que han dejado a su paso un rastro de miedo y desconfianza. La aparición de las autodefensas, de las cuales Carlos Manzo fue parte, fue una respuesta desesperada de la sociedad civil ante la percepción de un vacío de autoridad y la ineficacia de las fuerzas del orden.

El asesinato de líderes sociales y activistas se ha vuelto, lamentablemente, una constante. Esto no solo afecta a las víctimas directas y sus familias, sino que también intimida a quienes buscan organizarse y participar en la vida pública. La protesta en Apatzingán es un recordatorio de que, a pesar de los esfuerzos gubernamentales, la sensación de inseguridad y la exigencia de justicia siguen siendo asignaturas pendientes para las autoridades en todos los niveles.

El camino hacia adelante: diálogo y compromiso

Ante estos hechos, es crucial que se abran canales de diálogo efectivos entre las autoridades y la ciudadanía. La condena a los actos vandálicos debe ir acompañada de una escucha activa a las demandas de los manifestantes y un compromiso real para garantizar la seguridad y la justicia. La transparencia en las investigaciones y la rendición de cuentas son pilares fundamentales para reconstruir la confianza.

La situación en Apatzingán y en Michoacán exige una respuesta integral que no solo aborde la violencia con medidas de seguridad, sino que también atienda las causas profundas del conflicto social y promueva la participación ciudadana en la búsqueda de soluciones. El dolor y la rabia expresados en la quema del palacio municipal son un llamado de atención que no puede ser ignorado, un recordatorio de que la paz duradera se construye con justicia y el respeto a la vida de todos.

Fuente:https://www.proceso.com.mx/nacional/estados/2025/11/3/queman-el-palacio-municipal-de-apatzingan-durante-protesta-por-el-asesinato-de-carlos-manzo-videos-362090.html