México eleva el tono ante la insistencia de Trump de una intervención militar

La tensión diplomática entre México y Estados Unidos ha escalado. La presidenta mexicana, Claudia Sheinbaum, ha respondido con firmeza a las continuas propuestas del expresidente Donald Trump para que el ejército estadounidense intervenga militarmente en territorio mexicano bajo el pretexto de combatir al narcotráfico. Sheinbaum ha sido clara y contundente: «No es que no se quiera un apoyo, pero no con tropas extranjeras», reiteró este martes, recordando un oscuro pasaje de la historia que resuena con fuerza en la conciencia nacional: la última vez que Estados Unidos entró a México con una incursión, «se llevó la mitad del territorio».

Estas declaraciones marcan un endurecimiento en el discurso de México, que hasta ahora había navegado con una diplomacia equilibrada, intentando desactivar las provocaciones de Trump sin ceder en su soberanía. Sin embargo, la insistencia del expresidente estadounidense, que ha llegado a sugerir que los cárteles mexicanos son «enemigos» y que sus acciones son equiparables a una «guerra», comienza a ser vista no solo como una injerencia en asuntos internos, sino como una afrenta directa a la autonomía del país.

La propuesta de Trump, que ha sido calificada por muchos analistas como una medida populista y simplista para abordar un problema complejo, ignora la realidad del narcotráfico en México. Este fenómeno es multifacético, con raíces profundas en la demanda de drogas en Estados Unidos, la corrupción, la desigualdad social y la histórica lucha por el control territorial. Una intervención militar unilateral, como la que sugiere Trump, sin considerar estos factores, sería como intentar apagar un incendio con gasolina: podría generar más violencia y desestabilización, sin erradicar el problema de raíz.

Es fundamental entender el contexto en el que surgen estas propuestas. Donald Trump ha utilizado la lucha contra el narcotráfico como un eje central de su discurso político, especialmente en su aspiración a regresar a la presidencia. Las palabras del expresidente buscan resonar con un sector del electorado estadounidense preocupado por la seguridad fronteriza y el impacto del crimen organizado. Sin embargo, esta retórica a menudo simplifica la complejidad de la relación bilateral y la crisis de violencia en México.

La respuesta de México, liderada por la presidenta Sheinbaum, no es un acto de soberbia, sino un ejercicio de autodeterminación. El país ha reiterado en múltiples ocasiones su compromiso de combatir al crimen organizado, pero desde su propia estrategia y con sus propias fuerzas armadas. El enfoque mexicano prioriza la inteligencia, la prevención del delito, el combate a las causas estructurales de la violencia y la cooperación internacional en áreas como el lavado de dinero y el tráfico de armas. Se trata de un enfoque que reconoce la necesidad de soluciones integrales, en lugar de soluciones militares superficiales.

La historia enseña lecciones valiosas. La intervención estadounidense en México en 1846, que resultó en la pérdida de vastos territorios, es un recordatorio sombrío de las consecuencias de la intervención extranjera. Esta memoria histórica es un componente esencial de la identidad nacional mexicana y refuerza la determinación de proteger la soberanía territorial y la autodeterminación.

La presidenta Sheinbaum ha logrado mantener un delicado equilibrio. Por un lado, defiende la soberanía mexicana con firmeza; por otro, busca canales de cooperación legítima con Estados Unidos. El apoyo que México sí está dispuesto a recibir se enfoca en áreas como el intercambio de información de inteligencia, la capacitación de sus fuerzas de seguridad, y la lucha contra el flujo de armas y recursos financieros hacia los cárteles. Se trata de una colaboración horizontal, de respeto mutuo, y no de una imposición.

Este episodio subraya la importancia de comprender la complejidad de las relaciones internacionales y la necesidad de abordar problemas transnacionales con soluciones colaborativas y respetuosas de la soberanía de cada nación. La insistencia de Trump en una intervención militar, más allá de ser una propuesta de seguridad, se perfila como un desafío a la autonomía de México y un intento por dictar políticas internas, algo que el país ha rechazado de manera inequívoca. La posición mexicana, clara y firme, busca proteger su independencia y su derecho a definir su propio camino en la lucha contra la delincuencia organizada.

Con información e imágenes de: elpais.com