En el teatro la inteligencia artificial no reemplazará a los actores: adal ramones
Ciudad de México. Tras recibir una ovación en el Teatro Silvia Pinal, Adal Ramones agradeció al público por apoyar el musical Un cuento de Navidad y lanzó un mensaje claro: el teatro es —y seguirá siendo— un espacio que la inteligencia artificial no puede suplantar. La producción, con temporada previa en Monterrey, está dirigida por Ramones, quien interpreta a Scrooge, y cuenta con la participación especial de Lisset como el Fantasma de la Navidad del presente.
En su intervención, el actor recordó que las funciones están prácticamente agotadas y anunció una segunda presentación el viernes 26 a las 20:30 horas. Antes de ponerse serio, bromeó con el público sobre las fotos tomadas durante la función: “si ya lo hicieron súbanlas a redes, si no lo hacen en una semana o dos serán arrestados”, dijo entre risas. Luego añadió: “Vengan al teatro porque creo que hoy y siempre será el único lugar donde la inteligencia artificial no podrá reemplazar a los actores”.
Por qué el teatro resiste a la automatización
La afirmación de Ramones toca varios aspectos que hacen del teatro un medio particular frente al avance tecnológico:
- Presencia en tiempo real: la relación directa entre actor y público, la respiración compartida y la reacción inmediata no pueden replicarse por completo con contenidos generados por algoritmos.
- Corporalidad y riesgo creativo: la actuación involucra gestos, improvisación y matices físicos que dependen del cuerpo humano y de decisiones en el momento.
- Experiencia comunitaria: asistir a una función es también un rito social; la sala, el silencio antes del telón y las risas colectivas construyen significado.
Al mismo tiempo, la industria cultural ya convive con tecnologías que plantean desafíos reales: voces sintéticas, deepfakes y recreaciones digitales de intérpretes han despertado alerta entre gremios y sindicatos. Organizaciones como SAG-AFTRA han puesto sobre la mesa la necesidad de regular el uso de la inteligencia artificial para proteger derechos de imagen, voz y condiciones laborales, tema que ocupó buena parte del debate en huelgas y negociaciones recientes en la industria audiovisual.
El equilibrio entre innovación y protección
Ramones, además de subrayar el valor del encuentro en vivo, explicó el proceso creativo detrás de su personaje: “son 17 personas haciéndome viejo”, dijo en tono de broma refiriéndose a maquillistas, peluqueros y caracterizadores que transforman su corporalidad. Esa colaboración humana es otro argumento a favor del teatro frente a soluciones automatizadas.
No obstante, el actor reconoció los riesgos económicos de montar teatro. La pandemia golpeó duramente a salas y compañías; la recuperación ha sido desigual y depende en buena medida del apoyo del público. “La gente siempre nos ha socorrido, quiere ver algo de calidad, hecho con el corazón y pasión”, afirmó, y contó que la obra comenzó en 2019, se frenó por la pandemia y pudo retomarse en 2023, llegando ahora a su tercera temporada.
Qué está en juego
El debate no es binario. La tecnología puede ofrecer herramientas útiles al teatro —mejoras técnicas de iluminación, escenografía digital o soporte para ensayos—, pero también puede introducir prácticas que pongan en riesgo empleos y derechos creativos si no se regulan. Algunos puntos concretos a considerar son:
| Riesgo | Posible respuesta |
|---|---|
| Uso de voces y rostros digitales sin consentimiento | Legislación clara sobre derechos de imagen y contratos que incluyan cláusulas sobre IA |
| Sustitución de ensambles por pistas pregrabadas o avatares | Lineamientos sindicales que protejan el trabajo en escena y la remuneración |
| Competencia desleal de contenidos masivos generados por IA | Fomento público a salas independientes y subsidios a producciones locales |
Un llamado práctico
La intervención de Ramones funcionó como recordatorio: el teatro necesita público, pero también políticas y prácticas que lo protejan. Algunas acciones que pueden ayudar a sostener ese ecosistema son:
- Asistir a funciones y recomendar obras por boca a boca.
- Exigir transparencia cuando una producción use herramientas digitales que afecten la interpretación humana.
- Impulsar diálogos entre autoridades culturales, sindicatos de actores y creadores para actualizar marcos legales frente a la IA.
- Apoyar programas educativos que acerquen a nuevas audiencias al teatro.
Al bajar el telón esa noche, quedó la sensación de que la defensa del teatro no es una nostalgia por lo antiguo, sino una apuesta por preservar un espacio donde la creatividad humana y el encuentro colectivo siguen teniendo un valor irreemplazable. Como dijo Ramones, el corazón del teatro sigue siendo ese regalo compartido entre intérpretes y público.
