Bernardo Barranco: “El Gobierno está más contento con una visita del Papa a México que la jerarquía de la Iglesia”
El pontificado de León XIV ha provocado tensiones dentro de la Iglesia católica mexicana y ha cambiado el tablero político en torno a la atención a los pobres, dice el sociólogo Bernardo Barranco.
Para Bernardo Barranco, economista y sociólogo veracruzano de 71 años, el mensaje de León XIV trastoca una costumbre que parecía inamovible: la alianza tácita entre sectores eclesiásticos conservadores y ciertos poderes políticos y económicos en México. “El Papa —nacido en Estados Unidos pero con un pensamiento cercano al sur global— ha puesto a los pobres en el centro de su agenda. Eso acerca su pontificado a las tradiciones católicas más progresistas y lo distancia de jerarquías y congregaciones que flirtean con los poderosos”, explica Barranco.
En su evaluación, esa distancia tiene una consecuencia política visible: “El Gobierno está más contento con una visita del Papa a México que la jerarquía de la Iglesia”, afirmó. Con esto se refiere a que el Ejecutivo ve en la visita papal una oportunidad de legitimidad social y de reforzar su discurso sobre inclusión y atención a los más vulnerables, mientras que una parte de la cúpula eclesiástica ve con recelo la posibilidad de que el mensaje pontificio haga crisis internas y cuestione sus alianzas.
A continuación, los puntos clave del análisis y sus implicaciones prácticas.
- Un pontificado que prioriza a los pobres. Según Barranco, la primera Exhortación Apostólica de León XIV —que coloca a los pobres como prioridad para la pastoral— refuerza un perfil de iglesia comprometida con la justicia social. Para muchos curas de base y comunidades, esto significa apoyo explícito a trabajos sociales y pastorales orientados a la inclusión.
- Brecha entre cúpula y base. La jerarquía eclesiástica en México ha sido tradicionalmente conservadora en lo político y lo moral. El nuevo pontificado tensiona esa orientación: algunos obispos pueden percibir la agenda papal como un reto a su autoridad o a acuerdos no explícitos con sectores económicos y políticos locales.
- Interés gubernamental. Un viaje papal atrae atención mediática, moviliza feligresía y puede traducirse en réditos de imagen para el gobierno. Barranco sugiere que, más allá de la fe, el Ejecutivo valora la capacidad del Pontífice de poner temas sociales en la agenda pública.
- Riesgos de politización. La cercanía temática entre el mensaje papal y el discurso de partidos como Morena —con su énfasis en la atención a los pobres— puede provocar lecturas de instrumentalización política. Para Barranco, eso exige prudencia: el pontificado debe mantener su autonomía moral y el gobierno no debe usar la visita para limpiar problemas estructurales sin políticas públicas efectivas.
Para ofrecer una lectura práctica, Barranco propone tres escenarios posibles:
- Cooperación prudente: La visita se construye como acto pastoral y civil; el Papa impulsa la agenda social sin avales políticos explícitos y el Estado presenta medidas concretas para los más necesitados.
- Choque institucional: La jerarquía eclesiástica reacciona con reservas públicas, polarizando el debate; el gobierno aprovecha la atención pero queda expuesto si no cumple compromisos sociales.
- Medición simbólica: La visita se reduce a un evento de imagen con pocos resultados concretos en políticas públicas; la tensión entre jerarquía y pontificado persiste bajo la superficie.
Lo que importa en lo cotidiano
Más allá de las disputas de alto nivel, Barranco insiste en preguntar qué cambia para la gente: “Una visita papal tiene valor simbólico, pero su efecto real depende de si se acompaña de políticas que mejoren salud, educación y empleo para los sectores más pobres”. Como metáfora, compara la visita con una semilla: “Puede quedarse en gesto o convertirse en árbol si se riega con políticas públicas y participación ciudadana”.
Qué deben vigilar los ciudadanos
- Que la agenda social anunciada desde la ceremonia se traspase a acciones concretas y evaluables.
- Que la Iglesia mantenga su autonomía moral sin convertirse en brazo mediático de ningún partido.
- Que las comunidades locales —curas de base, organizaciones sociales y ciudadanos— sean protagonistas en la implementación de programas de justicia social.
El diagnóstico de Barranco ofrece un llamado a la responsabilidad institucional: la visita de un Papa puede abrir ventanas de oportunidad para amplificar demandas históricas, pero su impacto dependerá de la voluntad de las instituciones —tanto eclesiásticas como civiles— para transformar el simbolismo en políticas públicas efectivas. En ese proceso, dice el sociólogo, la ciudadanía debe mantenerse atenta y exigir resultados concretos.
Entrevista realizada con Bernardo Barranco. El análisis recoge su visión sobre las tensiones entre el pontificado de León XIV, la jerarquía eclesiástica mexicana y el gobierno federal, así como las posibles implicaciones sociales y políticas de una visita papal.
