Por aguachicoleo, solo en Ecatepec piperos ilegales recaudan 2 mil 880 millones al año
Ecatepec, Estado de México. El desabasto crónico y el encarecimiento del agua en el Estado de México han propiciado la extracción ilegal del vital líquido, un negocio ilícito que reporta millonarias ganancias al crimen organizado. Solo en Ecatepec, municipio con una de las mayores demandas de agua, las redes de “aguachicoleros” estarían recaudando anualmente una cifra asombrosa de 2 mil 880 millones de pesos, operando a menudo bajo la fachada de sindicatos, según información de la Fiscalía estatal.
Esta alarmante cifra no solo refleja la magnitud de un problema de seguridad, sino también la profunda crisis hídrica que padece la región. Mientras miles de familias luchan por conseguir unas cuantas cubetas de agua para sus necesidades básicas, organizaciones criminales han encontrado en el «aguachicoleo» una mina de oro, explotando la desesperación de los habitantes.
Un negocio oscuro sobre la sed ciudadana
El modus operandi es bien conocido por las autoridades y, lamentablemente, por los propios vecinos. Se basa en la instalación de tomas clandestinas en las principales líneas de distribución o en pozos sin la debida autorización. Desde estos puntos, camiones cisterna, conocidos como «pipas», son cargados ilegalmente. Posteriormente, el agua robada es vendida a precios exorbitantes a comunidades enteras que no tienen acceso al suministro regular.
«Es un negocio redondo para ellos y una pesadilla para nosotros», comenta María Elena, vecina de la colonia Ciudad Cuauhtémoc, en Ecatepec. «A veces no tenemos agua por semanas, y cuando llega, es tan poca que no alcanza. Los piperos ilegales aprovechan y nos venden el tambo al doble o al triple de lo normal. Es extorsión pura, porque o les compras o te quedas sin una gota».
La intervención del crimen organizado va más allá de la simple extracción y venta. La Fiscalía ha señalado que estas redes operan con una estructura bien definida, amparadas en ocasiones bajo la apariencia de asociaciones o sindicatos de piperos. Esto les permite no solo controlar territorios, sino también intimidar a operadores legítimos o a ciudadanos que intentan denunciar estas prácticas, generando un clima de temor e impunidad.
Impacto en la vida diaria y el medio ambiente
El «aguachicoleo» no solo afecta el bolsillo de los ciudadanos; tiene ramificaciones profundas:
- Encarecimiento del vital líquido: Las familias de Ecatepec se ven obligadas a destinar una parte significativa de sus ingresos a la compra de agua, impactando directamente su economía.
- Desabasto generalizado: Las tomas clandestinas reducen la presión y el volumen de agua que llega a los hogares con suministro legal, exacerbando la escasez.
- Riesgos para la salud: La calidad del agua distribuida ilegalmente no está garantizada, lo que puede provocar enfermedades gastrointestinales y otros padecimientos.
- Daño a la infraestructura: Las conexiones ilícitas debilitan las redes de distribución, provocando fugas y averías que requieren costosas reparaciones.
- Impacto ambiental: La extracción no regulada de pozos y fuentes subterrácas agrava el estrés hídrico de la región, afectando el ciclo natural del agua.
Frente al desafío: acciones y participación ciudadana
Las autoridades, conscientes de la magnitud del problema, han intensificado los operativos. La Comisión Nacional del Agua (CONAGUA) y los organismos operadores locales, como ODAPAS en Ecatepec, trabajan en coordinación con la Fiscalía para detectar y clausurar las tomas clandestinas. Sin embargo, la batalla es compleja y requiere de un enfoque multifacético.
Para combatir eficazmente el «aguachicoleo» se necesita:
- Mayor vigilancia e inteligencia: Fortalecer las capacidades de las fuerzas de seguridad para desmantelar las redes criminales.
- Tecnología para la detección: Implementar sistemas de monitoreo avanzados que permitan identificar extracciones ilegales en tiempo real.
- Denuncia ciudadana protegida: Crear canales seguros para que los ciudadanos puedan reportar sin temor a represalias.
- Inversión en infraestructura: Reparar fugas, modernizar la red de distribución y buscar nuevas fuentes de abastecimiento legal y sostenible.
- Cultura del agua: Promover el uso responsable y eficiente del agua entre la población, así como la captación de agua de lluvia.
El reto del «aguachicoleo» en Ecatepec es un reflejo de una problemática nacional más amplia. Enfrentarlo no solo es una cuestión de seguridad pública, sino también de justicia social y derechos humanos. La suma de esfuerzos entre gobierno y ciudadanía es fundamental para asegurar que el agua, un derecho fundamental, no siga siendo un botín para el crimen organizado. Es hora de cortar las mangueras de la ilegalidad y garantizar el flujo de la vida para todos.
