El horror al interior de los albergues Niños de México: más de medio siglo de encubrimiento de abuso sexual y violencia contra menores

Merlyn y Wanda Beeman llegaron a México en 1966 con un objetivo claro: «evaluar la mejor manera de satisfacer las necesidades y evangelizar a la gente». Así nació el programa Niños de México en 1967. Los Beeman, con el deseo de ayudar, comenzaron a acoger huérfanos en su hogar en la Ciudad de México, brindándoles no solo lo básico como comida, ropa y un techo, sino también formación religiosa y guía espiritual. Durante más de 50 años, esta iniciativa, financiada por iglesias y grupos religiosos de Estados Unidos, creció hasta convertirse en una organización benéfica con hasta ocho hogares de acogida en el Estado de México y Puebla. Sin embargo, la fachada de ayuda y protección se desmoronó el pasado 12 de noviembre. Una exhaustiva investigación llevada a cabo por la organización Respuesta Piadosa al Abuso en el Entorno Cristiano (GRACE, por sus siglas en inglés) ha desenterrado evidencias alarmantes de décadas de abuso sexual, violencia física y psicológica infligida a los niños y adolescentes que residían en estos albergues.

La revelación de GRACE no es un relato aislado, sino la culminación de años de silencio y encubrimiento. La organización, conocida por su trabajo en exponer abusos dentro de comunidades religiosas, ha compilado testimonios y pruebas que pintan un panorama desolador. Lo que se presentaba al mundo como un refugio seguro para menores vulnerables, se habría convertido, en realidad, en un espacio de terror y sufrimiento para muchos.

Las investigaciones de GRACE, que han tardado tiempo en llegar a la luz pública debido a la complejidad de reunir pruebas y testimonios, señalan un patrón preocupante. Las denuncias, recogidas de exresidentes, personal y allegados a la organización, apuntan a que los abusos no fueron hechos aislados, sino que se extendieron durante un largo periodo, sugiriendo un posible conocimiento y omisión por parte de quienes tenían la responsabilidad de proteger a estos niños.

La magnitud de este hallazgo pone de relieve un problema social que, lamentablemente, no es exclusivo de un solo lugar o institución. La confianza depositada en organizaciones benéficas y religiosas, muchas veces actuando como redes de apoyo para los más desfavorecidos, se ve fracturada por actos de esta naturaleza. Es un duro recordatorio de que la protección de la infancia debe ser una prioridad absoluta, y que los mecanismos de supervisión y denuncia deben ser robustos y accesibles para todos.

La pregunta que surge ahora es sobre las consecuencias y las medidas que se tomarán. ¿Cómo se reparará el daño a las víctimas? ¿Qué mecanismos se implementarán para evitar que situaciones similares se repitan? La investigación de GRACE no solo busca exponer la verdad, sino también impulsar acciones concretas que garanticen la seguridad y el bienestar de los menores en cualquier entorno. Este caso subraya la importancia de la transparencia y la rendición de cuentas en todas las organizaciones que trabajan con poblaciones vulnerables, y nos invita a todos como sociedad a estar vigilantes y a alzar la voz ante cualquier indicio de abuso. El camino hacia la justicia y la sanación para las víctimas de Niños de México apenas comienza, y requerirá el compromiso de todos.

Con información e imágenes de: elpais.com