La ley del miedo gobierna Michoacán: El reclutamiento de jóvenes

En el corazón de Michoacán, una sombra oscura se cierne sobre la niñez y la adolescencia. El crimen organizado ha encontrado en niños y adolescentes un medio para resolver tareas como asaltos y halconeo, con lo que se foguean para trabajos de mayor exigencia, como el sicariato. Es un escenario que nos confronta con una realidad dolorosa y compleja: la ley del miedo no solo intimida a las comunidades, sino que, lamentablemente, recluta a sus miembros más jóvenes.

La cuna del reclutamiento: una dura realidad

Imaginen un pueblo donde la esperanza se desvanece más rápido que el sol al atardecer. Donde las calles, antes llenas de risas infantiles, ahora susurran historias de coacción y desesperación. En Michoacán, esta no es una metáfora. Es la vida cotidiana de muchas familias que ven cómo sus hijos, apenas saliendo de la niñez, son atraídos o forzados a unirse a las filas del crimen. Este reclutamiento no distingue estratos sociales, pero sí se ceba en la vulnerabilidad. La pobreza, la falta de oportunidades educativas y laborales, o la ausencia de estructuras familiares sólidas, se convierten en un caldo de cultivo perfecto para que las redes criminales extiendan sus tentáculos. Ofrecen una falsa promesa de pertenencia, estatus o dinero fácil, una quimera que en realidad es una condena.

Los métodos son tan variados como crueles. A veces, es la amenaza directa a la familia. Otras, es la seducción de una motocicleta o un teléfono móvil que los padres, con todos sus esfuerzos, no pueden proporcionar. La edad de inicio es alarmante, con niños y niñas que apenas han dejado los juegos infantiles, convirtiéndose en «halcones» –vigilantes en puntos estratégicos– o, tristemente, escalando a roles más peligrosos.

Infancias robadas, futuros inciertos

¿Qué significa para un niño o un adolescente ser parte de este engranaje? Significa una infancia robada, un futuro incierto, si es que hay futuro. Estos jóvenes son expuestos a la violencia extrema, forzados a cometer actos inimaginables, perdiendo su humanidad y su capacidad de discernir el bien del mal. La escuela se abandona, los sueños se quiebran, y el trauma psicológico se incrusta en lo más profundo de su ser. Las consecuencias son devastadoras, no solo para ellos, sino para toda la comunidad que ve cómo se desintegra su tejido social, cómo la confianza se erosiona y el miedo se convierte en el lenguaje dominante.

No se trata solo de la ausencia de oportunidades, sino también de la ausencia de protección. Muchas comunidades se sienten abandonadas, atrapadas entre el poder de los grupos criminales y la, a menudo, insuficiente presencia del estado. Es en este vacío donde el reclutamiento florece, como una maleza invasora que asfixia todo lo bueno.

Construyendo puentes de esperanza

Ante este panorama desolador, la inacción no es una opción. Es imperativo que como sociedad y como gobierno, unamos fuerzas para desmantelar esta «ley del miedo» y reconstruir la ley de la esperanza. Esto implica no solo un enfoque en la seguridad, que es crucial, sino también en la prevención y la restitución de derechos.

  • Educación y oportunidades: Invertir en escuelas de calidad, programas extracurriculares, becas y capacitación técnica que ofrezcan a los jóvenes alternativas reales y atractivas.
  • Fortalecimiento familiar y comunitario: Apoyar programas que refuercen los lazos familiares, que generen espacios de cohesión social y que empoderen a las comunidades para que sean ellas mismas las que defiendan a sus jóvenes.
  • Salud mental y apoyo psicológico: Ofrecer atención especializada a los jóvenes en riesgo y a aquellos que han sido víctimas de reclutamiento, para ayudarles a sanar las heridas invisibles y reintegrarse a la sociedad.
  • Participación ciudadana: Estimular el pensamiento crítico y la participación activa de los ciudadanos en la construcción de soluciones, exigiendo transparencia y responsabilidad a las autoridades.
  • Coordinación interinstitucional: Una estrategia integral que involucre a los tres niveles de gobierno, la sociedad civil y el sector privado, para abordar las causas estructurales del problema.

Michoacán y sus jóvenes merecen un futuro de paz y oportunidades. La batalla contra el reclutamiento no es solo una lucha contra la delincuencia; es una lucha por el alma de nuestras comunidades, por la dignidad de nuestros niños y adolescentes. Es un llamado a la acción colectiva, a no bajar la guardia y a trabajar incansablemente para que la ley del miedo dé paso a la ley de la justicia, la esperanza y el bienestar.

Fuente:https://www.proceso.com.mx/nacional/2025/11/4/la-ley-del-miedo-gobierna-michoacan-el-reclutamiento-de-jovenes-362072.html