El poder de las calles: la campaña de Zohran Mamdani que redefinió la política en Nueva York
A sus 82 años, Joyce Ravitz es consciente de que ya no puede subir y bajar las escaleras de los walk-ups neoyorquinos, los emblemáticos edificios de la ciudad construidos a principios del siglo XX que a día de hoy siguen sin tener elevadores. No con la misma facilidad con la que lo hacía hace tres décadas, cuando empezó a hacer trabajo voluntario para campañas políticas. Pero eso no la ha desanimado a ir puerta a puerta en busca de votos para el flamante candidato demócrata a la alcaldía de Nueva York, Zohran Mamdani. Ravitz forma parte del ejército de 100.000 voluntarios que, en el último año, han llevado el mensaje de Mamdani de construir una ciudad más asequible directamente a los hogares de más de un millón de votantes de la urbe más poblada de Estados Unidos.
La imagen de Joyce, incansable a sus ocho décadas, es un testimonio vivo del espíritu que ha impulsado una de las campañas políticas más comentadas de los últimos tiempos en Nueva York. Si bien el titular que ha capturado la imaginación popular sitúa a Zohran Mamdani en una carrera por la alcaldía, la realidad es que su campaña histórica, que movilizó a ese ejército de 100.000 voluntarios y logró tocar un millón de puertas, se centró en la lucha por un escaño en la Asamblea Estatal de Nueva York por el distrito 34, que abarca la vibrante comunidad de Astoria en Queens. Una hazaña no menor, que muchos consideran un modelo para aspirar a cargos aún más altos.
Un fenómeno de movilización sin precedentes
Este nivel de movilización de voluntarios y alcance de votantes es extraordinario para cualquier contienda política, más aún para una elección a nivel estatal. La campaña de Mamdani, un joven abogado y activista de origen indio-ugandés, logró canalizar un descontento generalizado y un deseo de cambio profundo en las comunidades. Fue una lección magistral de organización comunitaria, demostrando que el poder de las personas, cuando están unidas por una visión clara, puede superar las ventajas de los grandes presupuestos de campaña o el respaldo de la maquinaria política tradicional.
Los voluntarios, como Joyce, no solo entregaron folletos. Escucharon. Preguntaron sobre las preocupaciones de los vecinos: el aumento vertiginoso de los alquileres, la falta de acceso a servicios de salud de calidad, la necesidad urgente de una acción climática real y la búsqueda de una mayor equidad en una ciudad marcada por profundas desigualdades. Esta conexión humana y directa, puerta a puerta, calle a calle, fue la clave. Convirtió la política de un evento distante en una conversación personal y significativa para cada votante.
El mensaje que resonó en las calles
La propuesta de Mamdani se centró en políticas de vivienda asequible, derechos de los inquilinos, inversiones en energía renovable y transporte público, y una reforma profunda de la justicia penal. Estas no eran ideas abstractas; eran soluciones concretas a problemas que millones de neoyorquinos enfrentan en su día a día. El ejército de voluntarios se convirtió en el megáfono de estas ideas, no a través de costosos anuncios de televisión, sino a través de la confianza construida en el umbral de cada hogar.
La campaña también se benefició de un momento político particular, con un creciente movimiento progresista en Nueva York y en todo el país. Mamdani, un miembro prominente de los Socialistas Demócratas de América (DSA), representó una ola de nuevos líderes que buscan desafiar el statu quo y luchar por un sistema más justo y equitativo. Su victoria no fue solo un triunfo personal, sino un hito para un movimiento que prioriza las necesidades de la clase trabajadora y las comunidades marginadas.
Un legado que va más allá de un escaño
El impacto de la campaña de Zohran Mamdani trascendió la obtención de un escaño en la Asamblea Estatal. Demostró que una campaña impulsada por la gente, con un enfoque en la conversación directa y la organización de base, es una estrategia viable y potente incluso en un panorama político dominado por el dinero y los medios masivos. Inspiró a innumerables activistas y futuros candidatos a adoptar un enfoque similar, confiando en el poder de la comunidad y la convicción compartida.
La historia de los 100.000 voluntarios y el millón de puertas tocadas, si bien asociada en la percepción pública con una carrera por la alcaldía, es, en esencia, la historia de cómo se puede construir un movimiento desde abajo. Es la historia de Joyce Ravitz y de miles como ella, que creen firmemente en la posibilidad de construir una Nueva York más justa y asequible, un voto, una conversación, una puerta a la vez. Su legado es un recordatorio potente de que la política, en su forma más pura, es sobre las personas y las comunidades, y que el cambio real, a menudo, comienza en las calles.
