Ataques a la UNAM buscan destituir al rector: Fiscalía de la CDMX
La Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), pilar fundamental de la educación y la ciencia en el país, enfrenta una compleja embestida que, según las investigaciones de la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México (FGJ-CDMX), tiene un claro objetivo: la destitución de su rector, Leonardo Lomelí. Este ataque, lejos de ser espontáneo, apunta a una campaña orquestada y sofisticada que utiliza tácticas digitales para sembrar la inestabilidad.
De acuerdo con las primeras indagatorias, un «enjambre» de personas opera con celulares y tarjetas SIM desechables, conocidas por su difícil rastreo, para difundir amenazas y mensajes desestabilizadores. El propósito es generar un ambiente de presión insostenible que derive en la salida del recién nombrado rector Lomelí, a quien ciertos «grupos de poder» no reconocen, evidenciando una lucha por el control y la influencia dentro y alrededor de la institución.
Un ataque digital para desestabilizar la máxima casa de estudios
La modalidad de ataque descrita por la Fiscalía pone de manifiesto una estrategia moderna y difícil de contrarrestar. El uso de «chips desechables» sugiere una inversión y coordinación significativas para mantener el anonimato y evadir la justicia. No se trata de protestas aisladas o manifestaciones tradicionales, sino de una guerra de información que busca minar la legitimidad y la autoridad del rector y, por extensión, de la propia universidad.
Esta operación de «enjambre» funciona como una red que, mediante mensajes masivos y coordinados, amplifica el descontento y las amenazas. El objetivo es crear una percepción de caos y crisis institucional, forzando decisiones bajo presión. Es una táctica que aprovecha la rapidez de la comunicación digital para generar una ola de desinformación y temor, poniendo en jaque la tranquilidad y el desarrollo de las actividades académicas.
La red detrás del enjambre
El término «enjambre» evoca una imagen de pequeños elementos trabajando al unísono para lograr un fin común, en este caso, la desestabilización. La Fiscalía capitalina está rastreando el origen de estos mensajes y la forma en que se coordinan para entender quiénes son los cerebros detrás de esta operación. Se sabe que estos grupos no solo actúan en redes sociales, sino que también podrían estar involucrados en la generación de incidentes o la promoción de conflictos en el campus, buscando un efecto en cadena.
La complejidad de esta investigación radica en la naturaleza efímera y anónima de las herramientas utilizadas. Sin embargo, la persistencia de la Fiscalía en desentrañar esta red subraya la seriedad con la que se toma la amenaza a una institución tan vital como la UNAM. Proteger la máxima casa de estudios implica también asegurar su gobernabilidad y la integridad de sus procesos internos.
¿Quién busca desestabilizar?
La mención de «grupos de poder que no reconocen» al rector Lomelí es un elemento clave en esta ecuación. Leonardo Lomelí Vanegas asumió el cargo de rector en noviembre de 2023, tras un proceso de designación que, como suele ocurrir en la UNAM, estuvo marcado por la participación de diversas voces y aspirantes. La existencia de grupos que buscan su destitución a tan solo unos meses de su nombramiento sugiere una profunda inconformidad con su llegada o con la dirección que su administración podría tomar.
Estos «grupos de poder» podrían ser de diversa índole:
- Intereses políticos externos: Sectores que buscan influir en las decisiones de la universidad o utilizar su plataforma para sus propias agendas.
- Grupos internos disidentes: Académicos, administrativos o incluso estudiantes vinculados a agendas específicas que se sintieron desplazados en el proceso de elección del rector.
- Intereses económicos: Grupos que podrían tener intereses en proyectos universitarios, contratos o el manejo de recursos.
La Fiscalía busca identificar estas facciones y sus motivaciones para comprender la verdadera magnitud del conflicto.
El impacto en la comunidad universitaria
Más allá de la figura del rector, el ataque a la UNAM es una afrenta directa a su comunidad. Estudiantes, académicos, investigadores y personal administrativo son los primeros en resentir la inestabilidad. Un ambiente de amenazas y desconfianza afecta la libertad de cátedra, la investigación y el desarrollo de las actividades cotidianas.
La UNAM, con su autonomía, es un espacio de pensamiento crítico y pluralidad. Amenazas de esta naturaleza buscan silenciar voces, inhibir el debate y someter la institución a agendas ajenas a su misión esencial. Proteger a la UNAM es, en última instancia, salvaguardar un baluarte de la democracia y el conocimiento en México.
La defensa de la autonomía
La autonomía universitaria no es solo un principio legal, es la columna vertebral que permite a la UNAM cumplir su papel crítico en la sociedad. Significa que la universidad puede gobernarse a sí misma, elegir a sus autoridades y definir sus planes de estudio sin injerencias externas. Cuando «grupos de poder» intentan forzar la salida de un rector a través de campañas de desprestigio y amenazas, están atacando directamente esta autonomía.
La Fiscalía, al investigar estos hechos, no solo persigue un delito, sino que contribuye a la defensa de un principio fundamental. Es un llamado a la comunidad universitaria y a la sociedad en general a cerrar filas en torno a su universidad, a exigir transparencia y a rechazar cualquier intento de manipulación que ponga en riesgo su independencia y su legado.
En tiempos de desafíos, la fortaleza de la UNAM reside en su comunidad. La capacidad de discernir entre la crítica constructiva y los ataques orquestados será clave para preservar su esencia y garantizar que siga siendo un faro de conocimiento y progreso para México.
