Los vendedores de animales del mercado de Sonora se enfrentan a su extinción

El olor a excrementos es denso en la zona de venta de animales del mercado de Sonora. El mismo lugar donde fue al kínder, durmió y ha trabajado desde hace cuatro décadas Sandra Rodríguez. Como sus abuelos y sus padres, ella vende aves vivas. “Es un trabajo honesto y honrado”, explica la mujer de 46 años rodeada de jaulas con pollos, gallos, palomas y codornices.

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Desde el amanecer, el Mercado de Sonora, en el corazón de la Ciudad de México, se llena de vida. Conocido por sus yerbas medicinales, objetos esotéricos y, de forma prominente, su sección de animales, este lugar ha sido un crisol de tradiciones y comercio durante generaciones. Sin embargo, para comerciantes como Sandra Rodríguez, los días de venta de animales vivos parecen contados. Lo que una vez fue el sustento de cientos de familias, hoy se tambalea al borde de la desaparición, enfrentando una tormenta perfecta de cambios legales, presiones sociales y una economía que no perdona.

Un legado familiar en jaque

Para Sandra, el puesto de aves no es solo un negocio; es su historia. Sus abuelos lo iniciaron, sus padres lo expandieron, y ella creció entre el piar de los pollitos y el arrullo de las palomas. «Aquí aprendí a caminar, a contar y a entender la vida», dice, mientras revisa el agua de un gallo de pelea. Sus manos, curtidas por el trabajo, reflejan la dedicación de una vida entera. «Mis hijos no quieren seguir. Ven que es muy difícil, que siempre hay problemas, que la gente nos mira mal. Y tienen razón, cada día es más complicado», confiesa con una mezcla de orgullo y tristeza.

La historia de Sandra es la de muchos otros en el pasillo de animales. Son familias enteras que han dependido de este comercio por décadas, transmitiendo el conocimiento de generación en generación. Para ellos, vender un animal no es un acto inhumano, sino una forma de vida, una tradición arraigada en la cultura popular mexicana, donde la compra de un ave o un conejo vivo para tener en casa o para un ritual es parte de la cotidianidad.

El cerco de la ley y la conciencia social

La principal amenaza para estos comerciantes proviene de una creciente conciencia sobre el bienestar animal y las leyes que buscan protegerlo. En los últimos años, la Ciudad de México ha impulsado reformas significativas a su Ley de Protección a los Animales, endureciendo las condiciones para la venta y tenencia de especies, y prohibiendo la comercialización de ciertos animales. Estas normativas, impulsadas por activistas y una sociedad cada vez más sensible al maltrato animal, buscan erradicar prácticas que consideran crueles o insalubres.

«Antes la gente venía por sus conejos, sus patos, sus perritos. Hoy, si no es una multa, es una queja. La gente graba videos y los sube a internet, nos llaman maltratadores», comenta Ricardo, otro vendedor que ha visto cómo su negocio de aves de corral se ha reducido a la mínima expresión. La presión no solo viene de las autoridades, sino también de una sociedad que ha cambiado su percepción. Lo que antes era normal, hoy es visto con desaprobación, incluso con indignación.

Los vendedores argumentan que no son criminales y que, dentro de sus posibilidades, cuidan a sus animales. «Claro que queremos que estén bien, son nuestro sustento. Pero no somos veterinarios ni tenemos recursos para tenerles clínicas privadas», explica Sandra, señalando las jaulas que, aunque rudimentarias, intentan mantener limpias. La realidad es que las condiciones de un mercado tradicional difícilmente pueden cumplir con los estándares de bienestar animal más exigentes que ahora se demandan.

Una tradición entre la espada y la pared

El debate sobre el Mercado de Sonora y la venta de animales es complejo. Por un lado, está la tradición, la historia y el sustento de muchas familias. Para algunos, este mercado es un acceso vital a mascotas o animales de granja a precios accesibles, especialmente para comunidades de bajos recursos o para quienes buscan especies específicas para usos culturales o religiosos. Por otro lado, la preocupación genuina por el bienestar animal es innegable. Las imágenes de animales hacinados, estresados o en condiciones sanitarias cuestionables son una realidad que no se puede ignorar.

La disminución de la clientela es un reflejo de este cambio. Las nuevas generaciones prefieren las tiendas de mascotas establecidas, los centros de adopción o las ventas en línea, que proyectan una imagen más moderna y ética. Esto ha llevado a una caída drástica en las ventas, dejando a los comerciantes con poca esperanza para el futuro.

¿Hay un futuro para los vendedores de animales?

La extinción de la sección de animales del Mercado de Sonora parece inevitable si no se encuentran soluciones que armonicen la tradición con la modernidad. Algunos sugieren programas de reconversión laboral para los vendedores, ayudándolos a encontrar nuevas fuentes de ingreso. Otros proponen una reestructuración total de la sección, con inversiones significativas en infraestructura y capacitación para cumplir con estándares de bienestar animal, aunque esto parece una quimera para un mercado tan arraigado en su formato actual.

«No pedimos que nos dejen hacer lo que sea. Pedimos que nos entiendan, que vean que nosotros también somos trabajadores. Que nos ayuden a adaptarnos, no a desaparecer», ruega Sandra, su voz teñida de una desesperación controlada. Para ella y para el puñado de vendedores que aún resisten, la lucha no es solo por su negocio, sino por su identidad, por el legado de sus padres y por una parte de la memoria viva de la Ciudad de México.

El destino de los vendedores de animales del Mercado de Sonora es un recordatorio de cómo la evolución de una sociedad y sus valores pueden chocar con tradiciones arraigadas. Encontrar un equilibrio que respete la vida animal sin aniquilar el sustento y la historia de las personas que dependen de estas prácticas es el gran reto que se cierne sobre este emblemático rincón de la capital.

Fuente:https://elpais.com/mexico/2025-11-03/los-vendedores-de-animales-del-mercado-de-sonora-se-enfrentan-a-su-extincion.html